martes, 7 de febrero de 2012

Servicio de cuidadores, ¿cómo elegir a la persona adecuada?


Descripción de la imagen: Señora cuidando a un niño con discapacidad motriz

Descripcion de la imagen: Señora anciana cuidada por asistente domiciliaria
¿Qué condiciones debe reunir un cuidador idóneo para atender las necesidades de una persona con discapacidad? ¿A dónde dirigirse para contratar a un cuidador profesional? ¿Existen carreras o escuelas que formen profesionales para el cuidado domiciliario? Estas suelen ser algunas de las preguntas formuladas por padres y familiares a la hora de reforzar los cuidados de una persona con discapacidad en su hogar, necesidad que muchas veces viene acompañada de incertidumbre y angustia. La figura del cuidador puede ser una herramienta más de autonomía o una figura que genere mayor dependencia, por este motivo es importante trazar en conjunto una estrategia de apoyo adecuada para cada persona.
Ya sea de manera temporal o continua, a lo largo del día o en jornadas pautadas, por vivir solos o porque la familia necesita trabajar y desempeñar otras actividades, la figura del cuidador domiciliario se encuentra muy cercana a la cotidianeidad de los hogares donde viven personas con discapacidad.
Dependiendo del tipo y grado de discapacidad, la tarea del cuidador puede ir desde el acompañamiento total en tareas cotidianas, como higienizarse, ayudar a comer y controlar la medicación o los ejercicios de rehabilitación, o acompañar en las actividades de recreación. De allí que se haya definido la figura del cuidador o asistente domiciliario como “aquella persona que asiste o cuida a otra afectada de cualquier tipo de discapacidad, minusvalía o incapacidad que le dificulta o impide el desarrollo normal de sus actividades vitales o de sus relaciones sociales” (Flórez Lozano et al., 1997).
Dar el primer paso no suele ser fácil para las familias, incorporar una persona al hogar y a las rutinas del día, delegar responsabilidades y atenciones y sobre todo depositar su confianza en una persona desconocida acarrea muchas dudas e incluso angustias.
Para los especialistas, al incorporarse un cuidador al hogar y pasado el periodo normal y necesario de adaptación, el niño o adulto bajo su cuidado podrá de a poco ir ocupando espacios que antes no podía debido a que no contaba con una ayuda especializada y focalizada. Además, ante determinadas discapacidades y frente a las obligaciones laborales, sociales y familiares, es común que los padres sufran desgaste y necesiten también ellos un refuerzo que les permita mejorar el autocuidado y la atención de la totalidad de la familia y disponer de momentos de descanso, ocio y tiempo libre, más allá de renovar sus fuerzas para poder enfrentar imprevistos y atender cualquier necesidad global.
El cuidador o asistente domiciliario puede ser una persona que no haya recibido conocimientos teóricos ni prácticos específicos, que no cuente con una preparación formal pero que sí tenga una formación práctica, o bien puede tratarse de un profesional capacitado a través de carreras y/o cursos teórico-prácticos.
Generalmente las familias suelen recurrir a un cuidador a través de recomendaciones o de una empresa de selección. Estas entidades garantizan la profesionalidad del asistente y en muchos casos también su entrenamiento.
¿A dónde recurrir por una recomendación? ¿Qué tipo de cuidador sería el adecuado? ¿Qué condiciones debe reunir para satisfacer las necesidades del paciente y su familia? ¿En qué tipo de ayudas específicas se desempeñará? ¿Puede este servicio ser tomado como una prestación por la obra social o el sistema pre-pago de salud? Estos son sólo algunos de los interrogantes que viven las familias frente a la decisión de contratar un servicio de cuidadores.
Lo fundamental es que, una vez tomada la decisión, se trace una estrategia acorde a las necesidades tanto de la persona a acompañar como del grupo familiar, y donde la información sea un paso fundamental a seguir, ya que el cuidador sin dudas puede ser una ayuda para la autonomía o una “muleta” que genere más dependencia. Todo dependerá de la planificación del caso y del asesoramiento adecuado.

¿Cómo elegir al cuidador ideal?Como referimos anteriormente, antes de contratar a un cuidador es indispensable definir las necesidades que tiene la persona de la que se va a ocupar, en función de su grado de dependencia y sus necesidades personales, esto posibilitará la elección del perfil específico del cuidador: acompañante domiciliario, auxiliar de geriatría, acompañante terapéutico, etc.
En segundo lugar consideremos la importancia de obtener referencias precisas de dicha persona o empresa proveedora de servicios. En este punto, consultar con asociaciones de personas y familiares que compartan la dolencia o condición de nuestro familiar nos servirá para valernos de su experiencia, debido a que las asociaciones y foros cuentan en su haber con un largo camino recorrido y suelen ser nexos de intercambio de información y consejos calificados.
¿Qué tareas puede llevar a cabo un cuidador domiciliario? Si bien no hay un perfil minucioso, el acompañante domiciliario puede colaborar, entre otras, en las siguientes actividades:
- Actividades de la casa como cocinar, lavar, atender la higiene del entorno, etc.
- Colaborar en el desplazamiento de la persona a su cuidado dentro del hogar o fuera del mismo.
- Acompañarlo al médico.
- Supervisar la toma de los medicamentos.
- Colaborar con la higiene personal.
- Colaborar con las tareas de enfermería.
- Ayudar en la comunicación con los demás si es que existen dificultades expresivas.
- Acompañar en los momentos de ocio y esparcimiento.
¿Qué requisitos mínimos debe esperar la familia del cuidador? Más allá de su formación (en oportunidades, y esto es una realidad que no podemos negar, las familias elijen a otros familiares, amigos desempleados, vecinos), debemos estar atentos a que la persona tenga real vocación de servicio, sentido de la responsabilidad, empatía, motivación y capacidad de escucha. Desde ya que la formación especializada profesional es lo ideal. En ese caso, además se debe hacer hincapié en las siguientes cualidades:
- Ductilidad, flexibilidad y prudencia.
- Facilidad de comunicación.
- Que el cuidador tenga respeto por las costumbres de la persona a cuidar y las de su familia, al igual que por su intimidad.
- Intuición para detectar y alertar de cualquier problema.
- Receptividad y escucha profunda ante las opiniones y gustos, y las eventuales reacciones de la persona a su cuidado.
- Agilidad y pericia para atender las problemáticas propias de cada discapacidad, como ser la movilidad reducida, los berrinches, convulsiones, etc.
- Serenidad y paciencia.
- Simpatía, entusiasmo y buenos modos.
- Ser cariñoso sin por ello caer en la sobreprotección.
- Capacidad para motivar.
Respecto a este último ítem, los especialistas en tercera edad y discapacidad aseguran que es muy importante que el cuidador no sea una persona pasiva, que sólo se ocupe de cuestiones básicas o en caso de una emergencia, sino que sepa motivar y mantener óptima la calidad de vida, interactuando con interés y soltura.
La fluidez en la comunicación es lo que permitirá, además, que exista un buen entendimiento entre todas las partes y que se puedan realizar reuniones regulares de intercambio para conocer la evolución del vínculo y diseñar juntos, por ejemplo, las actividades y ocupaciones semanales.
Supervisar el trabajo realizado podría parecer algo incómodo al comienzo, pero en realidad para un profesional se trata de una rutina que no debe generar ningún tipo de malestar, por eso es importante que las familias también aprendan a manifestar sus necesidades y opiniones con claridad y desde una perspectiva constructiva.
Otro punto a tener en cuenta es que a veces el cuidador, en aras de cumplir con su trabajo a tiempo, realiza aquellas labores o tareas que la persona a su cargo podría llevar a cabo pero con ayuda y quizás más lentamente. Estas conductas son precisamente las que pueden generar pérdida de autonomía y un sentimiento de desvalorización. En este punto, el cuidador debe apelar a su motivación y acompañarlo con paciencia en el desempeño de todas las tareas y acciones que estén a su alcance, no debemos olvidar que su trabajo implica brindarle un apoyo para satisfacer sus requerimientos y necesidades. Al mismo tiempo, debe estar abierto a escuchar sus preocupaciones, pedirle su opinión, haciéndolo partícipe de tantas decisiones como sea posible.
La motivación también es un factor importante para mantener elevada la autoestima, estando atento a estimular y reconocer los méritos y el esfuerzo de los logros cotidianos, y nunca reprender o recriminar el comportamiento autónomo.
Este esbozo general es apenas una base mínima para asegurar la afectividad del trabajo en un marco de atención y contención. Luego, cada familia deberá debatir sus propias necesidades y evaluar los perfiles adecuados para cada caso.

El acompañante terapéutico A diferencia del asistente domiciliario, el acompañante terapéutico brinda una serie de servicios especializados en el campo de lo psicológico/social, tanto en el hogar como en ámbitos de la salud, para los que fue formado profesionalmente y que pueden ser llevados a cabo por profesionales de la salud o de la educación o por estudiantes avanzados de dichas profesiones, desempeñándose como parte de un equipo interdisciplinario y bajo la dirección del terapeuta de cabecera.
Según la Asociación Argentina de Psiquiatras, el acompañante terapéutico puede entenderse como “un agente de salud capacitado para sostener, cuidar, aliviar y compartir: las ansiedades, angustias y desequilibrios de enfermos con perturbaciones emocionales, que han entrado en crisis al no poder generar respuestas adaptativas, ante situaciones externas e internas que se presentan en la vida del sujeto”.
En tanto, para los formadores de la UBA, “las tareas del acompañante terapéutico casi siempre están centradas en la contención del paciente, ofreciendo un marco de seguridad y -a veces- favoreciendo la resocialización del sujeto (según el tipo de acompañamiento terapéutico que se haga)”.
“En muchos casos el dispositivo de Acompañamiento Terapéutico ofrece una alternativa frente a una internación psiquiátrica, evitando así los efectos de cronificación que ésta podría tener sobre un sujeto. Frente a esto se suele implementar una internación domiciliaria, acompañando al paciente a atravesar cierta situación de crisis, pero sin que éste sufra el desprendimiento que implica el abandono de sus cosas. Acompaña también procesos de transición hacia una externación, favoreciendo una adecuada re-inclusión en el medio familiar. Re-inclusión que en algunos casos resulta difícil de hacer para un paciente, sin un lazo que enlace ambas situaciones (internación y externación). Asimismo, participa en procesos de reinserción laboral, educativa, social, recreativa, que sea necesario transitar para un paciente, en alguna situación o momento particular de su vida”, afirma la Lic. Sandra Sarabia.
Cabe destacar que en el caso de niños y adolescentes con discapacidad intelectual o autismo, el acompañante terapéutico, además de conducirlos en el marco de una estrategia terapéutica que posibilite la disminución del sufrimiento psíquico y la restitución del lazo social, podrá considerar al juego como un dispositivo clínico.
En nuestro país ambos servicios, el de acompañamiento terapéutico y el domiciliario, cuentan con una extensa tradición y excelentes espacios de formación, tanto públicos como privados, debido a esto no resultará complejo poder dar con el servicio adecuado.
Respecto a los deberes de las obras sociales y planes de medicina pre-paga, un tema que suele causar mucha preocupación, la Honorable Cámara de Diputados ha sancionado que se incorpore como inciso d) del artículo 39 de la ley 24.901 la siguiente contemplación: “Asistencia Domiciliaria: Por indicación exclusiva del equipo interdisciplinario perteneciente o contratado por las entidades obligadas, las personas con discapacidad podrán recibir los apoyos brindados por un asistente domiciliario a fin de elevar su calidad de vida, evitar su institucionalización o acortar los tiempos de internación. El mencionado equipo interdisciplinario evaluará los apoyos necesarios, incluyendo intensidad y duración de los mismos así como su supervisión, evaluación periódica, su reformulación, continuidad o finalización de la asistencia. El asistente domiciliario deberá contar con la capacitación específica avalada por la certificación correspondiente expedida por autoridad competente”.
Resaltamos que el cuidador debe acreditar su estudio y profesionalidad. El reintegro, generalmente se obtiene presentando mensualmente la factura del servicio.
Si se solicitase el servicio de un acompañante terapéutico, el mismo debe estar prescripto por un psiquiatra, y en el caso de un cuidador o asistente domiciliario, por parte de un neurólogo o médico de cabecera.
Cabe señalar que el hecho de que estas prestaciones no estén nomencladas, no es justificación para su no cumplir con su cobertura.
Ante cualquier duda, inquietud o temor siempre es aconsejable consultar a profesionales del área, a otras familias que hayan pasado por la misma decisión, los foros y los grupos de apoyo están precisamente para intercambiar experiencias y allanar caminos. Meditar tranquilamente, sin presiones, evaluando dentro del mayor abanico de posibilidades, es el camino para afianzar un buen comienzo. En la actualidad existen múltiples y variadas ofertas profesionales, adecuadas a distintos perfiles, acceder a estos servicios debe ser vivido como un derecho y un medio para la superación y la autonomía de las personas con discapacidad.

Luis Eduardo Martínez
martinez_luiseduardo@yahoo.com.ar

Fuentes:
- ¿Cómo cuidar mejor? Manual para cuidadores de personas dependientes / Lic. Ana Margarita Espín Andrade, Dra. Bárbara Leyva Salermo, Dr. Enrique Vega García, Dra. María Josefa Simón, Dr. Humberto Arencibia Pérez, Dr. Jesús Ochoa Barriento, Dra. Liliam Rodríguez Rivera, Dra. Marlene García Orihuela, Lic. Mary Blanca López, Pérez, Dr. Roberto Diéguez Dacal, Dra. Zoraida Suárez Castellanos.
- http://www.mpt.gob.es/index.html
- Manual del cuidador / Aging and Adult Service Administration / Washington State, Department of Social and Health Services.

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