domingo, 26 de agosto de 2012

Síndrome de Savant


Descripción de la imagen: imagen de Stephen Wiltshire
“El Síndrome de Savant es una rara pero extraordinaria condición que se da en aquellas personas que sufren serias discapacidades mentales, tales como el autismo, y que tienen una “isla de genialidad”, en marcado contraste o incongruentemente con las desventajas generales. De hecho, hasta uno de cada 10 personas con autismo tiene habilidades  notables en varios grados, aunque el  síndrome del sabio ocurre en otras discapacidades del desarrollo en una lesión del SNC o enfermedad”.  Esta interesante información (y mucho más), puede leerse en el artículo publicado por el Dr. Darold A. Treffert, un psiquiatra de Wisconsin gran conocedor del tema, pues lo lleva estudiando durante más de cuarenta años,  ha publicado una decena de libros sobre los savants y ha sido presidente de Wisconsin Medical Society
Los “savants” poseen habilidades mentales sorprendentes, y de entre ellas, la más destacable es el tener una memoria prodigiosa. Suelen disfrutar de destrezas extraordinarias para la compresión e interpretación de la música, en la pintura o el arte en general, son capaces de memorizar datos, fechas o de realizar cálculos mentales que nos dejarían a todos con la boca abierta.
El caso del savant más famoso es el personaje de ficción Raymond Babbit, interpretado por Dustin Hoffman  Rain Man, film  inspirado en la figura del sabio Kim Peek, fallecido en el 2009 de un ataque al corazón.
Pero el que quería presentaros hoy es un savant británico llamado Stephen Wiltshire,  conocido como ”la cámara humana”; enseguida entenderéis el motivo de tan curioso sobrenombre…
Wiltshire, siendo un niño, no hablaba ni se relacionaba con nada que no fuera su propio mundo interior. A los tres años fue diagnosticado de Autismo, y a los cinco le enviaron al Queensmill School, donde se percataron de que la única cosa con la que  Stephen disfrutaba, era el dibujo, es más, parecía que e comunicaba con el mundo exterior a través de la pintura. Comenzó pintando animales, después los autobuses de Londres, y finalmente los edificios…
Es un virtuoso de la pintura que ha demostrado su don en inumerables ciudades. La primera fue Nueva York, tras la que  siguieron otras muchas:  París, Edimburgo, Venecia, Moscú, Tokio, Madrid, Barcelona, Dubai, Jerusalem…
Lo más alucinante del asunto es conocer cómo realiza su obra. Primeramente sobrevuela la ciudad en helicóptero  unas horas y después se coloca delante de un enorme lienzo. Su capacidad de evocación le permite visualizar los edificios con una exactitud increíble, y durante horas se dedica a plamar con espectalular precisión y maestría todos los detalles que su vista y memoria han logrado retener.
Merece la pena ver el vídeo de algo más de ocho minutos de duración para darse cuenta que aquello de  ”la cámara humana” le va perfecto…




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