viernes, 16 de noviembre de 2012

Síndrome de Down: causas de la discapacidad intelectual



La trisomía está asociada a discapacidad intelectual. La sobreexpresión genética que ello implica crea un ambiente que dificulta (pero no impide, generalmente) la conformación normal del cerebro y el desenvolvimiento de sus funciones. La estimulación (sobre todo la temprana) constituye un importante elemento para contrarrestar las deficiencias, mientras se espera que las investigaciones en curso puedan aportar nuevas herramientas que compensen los desequilibrios neuroquímicos y que detengan los procesos degenerativos.

El desarrollo del cerebro
El cerebro humano comienza a desarrollarse aproximadamente a las seis semanas de gestación. Para ello, las células que van a formarlo migran hacia la que será su ubicación y se comienza a conformar una estructura básica que irá evolucionando con el tiempo. 
Esta organización primordial consta de una zona cortical primitiva y de fibras que principian a conectar esta especie de protocerebro con las regiones lejanas, es decir, se establece la primera red nerviosa. Para la séptima semana termina de establecer una configuración primitiva, aunque su duración es efímera, puesto que muy poco tiempo después se complejiza, dado que llegan nuevas neuronas, lo que aumenta el número de conexiones, al mismo tiempo que van especializándose, formando las distintas regiones y estructuras, haciéndose cada vez más complejas las interrelaciones y las funciones que asume.
Para el nacimiento, el cerebro, todavía inmaduro, está casi completo. A los 5 meses de vida su morfología está acabada. Sin embargo, su maduración no, puesto que los estímulos van acrecentando las conexiones, lo que permite que se multipliquen las funciones y habilidades que cada individuo es capaz de realizar. 
Si bien para algunos el cerebro nunca termina de desarrollarse y para otros prácticamente termina de hacerlo alrededor de los 40 años, el período en que las transformaciones son primordiales y se desenvuelven a una extraordinaria velocidad transcurre entre las seis semanas de gestación y los cinco años de vida extrauterina.
Toda esta notable transformación no es azarosa, sino que responde a un programa preestablecido, según el cual, en realidad, en un primer momento existen muchas más células que las necesarias, por lo que se produce un proceso de muerte neuronal para evitar la sobreexpresión, en el que sobreviven las más aptas, lo que conduce a que se forme una organización de redes y circuitos cerebrales de las neuronas y sus conexiones con aquellas que están mejor preparadas para cumplir con su cometido.
A su vez, además de la planificación genética que hace que el cerebro se desarrolle de determinada manera, no se trata de un sistema rígido y cerrado, desconectado de las circunstancias internas y externas. Por el contrario, lo que se conoce como plasticidad neuronal (esto es, la capacidad de interactuar con lo que rodea a las células) hace que factores internos (físicos y electroquímicos) y externos (estímulos de diversa clase) también intervengan en la conformación cerebral. Obviamente, la potencia de estos elementos es mayor en las primeras etapas de la vida, para disminuir su influencia con el paso del tiempo.


Trisomía y discapacidad mental
La extraordinaria complejidad de la genética, en general, y la humana, en particular, hace muy difícil establecer qué produce qué, a la vez que explica el por qué sujetos con la misma patología pueden alcanzar manifestaciones tan dispares, pese a compartir los rasgos generales que los incluyen bajo el mismo diagnóstico.
Desde esta perspectiva, no todos los genes de un individuo se expresan y, los que lo hacen, tampoco se hallan activos todo el tiempo.
Así, los genes regulan diversos procesos químicos, algunos de los cuales afectan a varios órganos, mientras que otros pueden referirse exclusivamente a uno en particular.
A su vez, los hay que permanecen dormidos por largo tiempo y solo se manifiestan bajo determinadas circunstancias. Algunos entran en actividad cuando otro u otros producen determinado efecto; también sucede que se enciendan cuando se llegue a determinada etapa de maduración o que respondan ante ciertas condiciones de exposición a sustancias o situaciones medioambientales y hasta es posible que existan factores afectivos que actúen como disparadores, entre otras muchísimas causas.
Ello no quiere decir que en todas las ocasiones la expresión de un gen produzca un efecto negativo, ya que en muchos casos, ante la irrupción de algún factor disruptivo del tipo que sea, puede que ella busque el restablecimiento del equilibro que el elemento disturbante viene a romper.
Entre otras funciones, los genes sirven a la generación de proteínas, que son esenciales para la vida por las múltiples funciones que desempeñan, no solamente en el sistema nervioso, sino en todo el organismo.
Existe una asociación entre trisomía y discapacidad mental, más allá de cuál sea el cromosoma afectado.
Ello se debe a que la carga genética supernumeraria que conlleva la existencia de un tercer cromosoma cuando únicamente debiera haber dos tiene como consecuencia que se produzca un desequilibrio de magnitud variable, pero siempre con efectos en diversas partes del organismo, lo que explica la diversidad de síntomas que importa la trisomía y que se manifiesta en el cerebro con dificultades de distinta magnitud.
Es que la regulación que ejercen los genes sobre las distintas sustancias que se hallan presentes en el sistema nervioso central se descompensan, haciendo que algunas se hallen en cantidades mayores que las normales, mientras que otras alcanzan niveles inferiores para su correcto funcionamiento.
Si bien el cromosoma 21 es el más pequeño de todos, su importancia, como la de todos los demás, no es menor. El desequilibrio que produce en el complejo proceso de formación y desarrollo cerebral siempre está asociado a la discapacidad mental, la que varía en intensidad entre sujeto y sujeto, según el grado de incidencia, dependiendo de qué genes presentes actúen en exceso.
Los notables avances en genética molecular continúan descubriendo genes pertenecientes al cromosoma 21 que intervienen muy activamente en el desarrollo del cerebro y otros que, sea por su expresión más tardía o menos intensa y prolongada en el tiempo, inciden de manera menos evidente pero continuada en la función neuronal, que probablemente sirvan, confirmación mediante, para explicar cómo y por qué en muchos sujetos afectados por el SD se produce un deterioro progresivo.

Las alteraciones en el cerebro en SD
Respecto de la morfología (esto es, la forma del órgano y las transformaciones que experimenta), el cerebro de un recién nacido con SD no presenta diferencias comparado con el de cualquier otro niño.
Pero a partir de entonces se produce un crecimiento menor y más lento. Así, entre los 3 y los 5 meses de vida se puede apreciar una disminución en el tamaño, por menor desarrollo de los lóbulos frontales y el aplanamiento de los occipitales.
Con el correr del tiempo, se presentan nuevas evidencias, tales como que a los 5 años el tronco cerebral y el cerebelo son más pequeños y también, a distintas edades, se verifican otras anomalías que comprenden a prácticamente todas las regiones y componentes del cerebro.


A su vez, esta disminución generalizada del volumen y de algunas de sus estructuras se halla emparejada con una disminución de la celularidad.
Lo primero que se destaca en este sentido es que hay una disminución del número de neuronas en diversas áreas de la corteza, pero que repercute especialmente en un tipo celular, las que se conocen como granulares. Estas células forman las seis capas o láminas con que se organiza la corteza. Para que ella madure es necesario que establezca un número adecuado de conexiones, lo que en el SD no se produce correctamente en el tiempo esperado (semanas 20-22 de la edad gestacional), porque las proteínas que favorecen las sinapsis no se hallan en la cantidad necesaria.
Al mismo tiempo, hay una menor presencia de otras sustancias que previenen de la muerte celular, aunque ello no es generalizado, sino que su distribución es irregular, lo que conduce a que se sospeche que esto puede ser una explicación viable para los procesos neurodegenerativos asociados al Síndrome. A su vez, la intensidad de la reducción de células por muerte es muy variable, puesto que conoce de un rango de entre el 10 y el 50% en la edad adulta.
A medida que la persona va creciendo, se constata una tendencia mayor a la muerte celular, aunque ello se advierte desde muy temprano, en la etapa de gestación. Se cree que esto puede deberse a que determinadas sustancias tóxicas (por ejemplo, radicales libres, que son moléculas inestables que roban electrones de otras) no se eliminan o abundan en demasía como consecuencia de que los genes no solo no las compensan sino que ayudan a que se produzcan, estableciendo un medio que facilita la muerte de las neuronas.
En cuanto a lo relativo a las prolongaciones neuronales, las dendritas y las sinapsis, mientras que al momento del nacimiento no se hallan mayores diferencias respecto de otros, con el transcurso del tiempo se observan divergencias tanto en su aspecto cuanto en el número de ramificaciones, lo que es otro indicador de discapacidad mental, que, nuevamente, es variable entre distintas personas.
Todas estas alteraciones (esquemáticamente presentadas) dan cuenta de una problemática de base que hace dificultoso el sistema de interacción que permite el desarrollo del cerebro.
Ello es así porque, lejos de tratarse de un sistema de una sola vía, la relación genes-cerebro, por llamarla de alguna manera, es de ida y vuelta. Esto es, si bien existe la información genética para que las diversas células del cuerpo humano se reproduzcan y se especialicen para dar origen a las múltiples estructuras que lo conforman, ateniéndonos solamente a lo que hace al cerebro, los estímulos de diferente orden que reciben las neuronas actúan como disparadores para que los genes administren las sustancias que permiten que el desarrollo se potencie y creen el ambiente para que nuevos estímulos produzcan otras conexiones.
El bombardeo sensorial (más importante y explosivo en los comienzos, pero siempre presente) produce la arborización de las interconexiones mediadas por los genes. Cuando estos últimos no se hallan en buenas condiciones por abundar en demasía, la proliferación se ve acotada, lo que produce un grado de discapacidad intelectual proporcional a la problemática genética.
Respecto de la neuroquímica del cerebro en las personas con SD, es poco lo que se ha avanzado en lo referente a los primeros años de vida, puesto que hasta hace relativamente poco tiempo, al no existir técnicas de imaginería cerebral precisas (y mucho menos tests no invasivos que pudieran dar cuenta de los procesos neuroquímicos), únicamente las investigaciones se hacían con tejidos muertos, lo que condujo a que existieran pocos análisis de materiales de las primeras etapas y, sobre todo, referidos al Alzheimer, para lo cual los afectados con el Síndrome tienen una mayor propensión que la generalidad de la población.
Si bien existen algunos estudios que comienzan a tratar de descifrar cómo los sistemas de transmisión neuroquímica afectan las posibilidades intelectuales de estas personas, los pocos resultados que existen son discordantes, aunque los científicos tienen fundadas sospechas de que existen deficiencias del sistema colinérgico y en otros que tendrían que ver con los procesos de memoria y el aprendizaje (es decir, del procesamiento de la información), y que, en caso de confirmarse, podrían compensarse con el suministro de ciertos fármacos.Como puede apreciarse, no nos hallamos ante una afección localizada sino ante una difusa, que incide sobre distintas zonas y estructuras del cerebro, lo cual nuevamente aporta a la disparidad del nivel de compromiso de cada sujeto.

Las consecuencias de estas disfunciones, también variables en cada uno, apuntan a que, según las áreas del cerebro que se hallen interesadas, se produzcan deficiencias en la atención, en la memoria, en la comprensión, en el lenguaje y en toda la sintomatología conocida en SD referida a las dificultades intelectuales que suelen experimentar estos sujetos.

Palabras finales
Si bien la trisomía 21 lleva asociada inevitablemente algún grado de discapacidad intelectual, ello no significa que las personas con SD no puedan mejorar sus habilidades, sino que, como la dificultad principal que experimentan está en la recepción y el procesamiento de los estímulos por las deficiencias neurofisiológicas apuntadas, se logran importantes resultados si estos se hacen más intensos. También ayuda a compensar esta falencia que se los multiplique, esto es, que se estimule más asiduamente a quienes porten SD.
A su vez, la diversificación de la estimulación es otra herramienta importante. Se señala, por ejemplo, que la mayoría de estas personas tiene inconvenientes en el procesamiento de la información verbal comparada con la visual. Entonces, es importante que junto con la referida a la palabra, se busque algún elemento que implique a otro sentido que apoye lo que se quiere transmitirles. Además, como cada individuo es un ser único, resulta imprescindible buscar y hallar los medios más adecuados para cada persona.
Las investigaciones en curso llevan alguna luz de esperanza en cuanto a comprender cómo se desarrollan los procesos neuroquímicos en un cerebro Down. Es muy posible que, una vez que se devele, se pueda intervenir con medicamentos para compensar los desequilibrios.
A su vez, muchos de los trabajos investigativos que se realizan sobre neurodegeneración referidos al Alzheimer es probable que puedan implementarse para el SD, cuando los resultados sean confirmados, los que por el momento están en grado de hipótesis, como en el caso de los oxidantes. 
Insistimos en el tema de la estimulación, que es lo que se encuentra a nuestro alcance ya, y sobre todo en la temprana, puesto que, como vimos, es en las primeras etapas de la vida cuando el cerebro expande exponencialmente sus posibilidades y permite cimentar una buena base para superar las deficiencias.
Quizás no todos los afectados por el Síndrome puedan alcanzar un alto rendimiento, como existen numerosos ejemplos en distintos campos laborales y profesionales, pero lo que sí resulta patente es que pueden tener una vida mejor, más independiente y más plena.

Ronaldo Pellegrini
ronaldopelle@yahoo.com.ar

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