miércoles, 12 de junio de 2013

Parálisis cerebral: células madre, ¿sí o no?


Cada vez son más los estudios que dan cuenta de la potencialidad de la utilización de células madre para mejorar la calidad de vida de las personas con parálisis cerebral. Sin embargo, al menos en la actualidad, no hay pruebas concluyentes al respecto, aunque sí existen múltiples testimonios que afirman sus bondades. Y también críticas por sus costos y advertencias acerca de los peligros del mal uso de estas terapias.

Preliminares
Es auspicioso que el saber científico se halle constantemente cuestionado por nuevos descubrimientos que ponen en tela de juicio los tratamientos consolidados, sobre todo respecto de aquellos de los que poco a nada cabe esperar. Por otro lado, como repetimos hasta el cansancio, no toda novedad implica necesariamente un avance, puesto que en muchas ocasiones lo que parece auspicioso en la teoría o en experiencias con corto número de casos no resulta útil en la práctica o sus secuelas son más devastadoras que aquel mal de base que se busca mejorar.
Esta disyuntiva lleva a que las personas con discapacidad y/o sus responsables se vean frecuentemente enfrentados a dilemas desorientadores. Por un lado, el anuncio de tratamientos que prometen resultados espectaculares; por el otro, las advertencias y las dudas que alertan sobre la inocuidad (en el mejor de los casos) de procesos sin el aval de la comunidad científica, o directamente su peligrosidad por acción (cuando los efectos secundarios llevan a un empeoramiento de la situación del paciente) o por omisión (cuando, por su ineficacia, importan un retroceso en su condición).
s el caso de la Parálisis Cerebral, para la cual, desde hace unos pocos años, comenzaron a promocionarse estudios y tratamientos con la aplicación de células madre, defendidos y repudiados con el mismo fervor.
Parálisis cerebral
Someramente, la PC es un grupo de trastornos no progresivos que suelen comprometer las funciones del cerebro y del sistema nervioso, entre ellas, el movimiento, el aprendizaje, la audición, la visión y el pensamiento. De 2 a 2,5 de cada mil nacidos vivos la porta, proporción que se mantiene estable desde hace décadas, pese a los innumerables estudios que la tienen como centro de atención.
Se produce por lesiones o anomalías en el cerebro, mientras el bebé crece en el útero o hasta los dos primeros años de vida, es decir, cuando el sistema nervioso se halla en la etapa más importante de su desarrollo.
Las causas más frecuentes de su advenimiento son la hipoxia (bajos niveles de oxígeno en el cerebro), sangrado, infecciones cerebrales (encefalitis, meningitis, etc.), traumatismos, ciertas enfermedades de la madre durante el embarazo (rubeola, por ejemplo) e ictericia. 
Como en casi todas las patologías, los efectos pueden variar en un grado muy amplio, desde muy leves a muy graves. A su vez, la afección pude comprometer a uno o ambos lados del cuerpo, así como solamente afectar predominantemente brazos o piernas o a ambos.
Hay distintos tipos de PC (espástica -la más común-, atetoide, atáxica y mixta), lo cual da una variedad de síntomas diferentes, que pueden conjugarse o no: problemas musculares (a veces el tono muscular puede ser normal, pero más frecuentemente se presentan híper o hipotonía y también formas que alternan entre ambas), articulares (rigidez y falta de apertura completa), movimientos anormales (tirones, torsiones o contorsiones), falta de coordinación, dificultades cerebrales y del sistema nervioso (en algunos casos, la inteligencia puede ser normal, pero lo más frecuente es que haya una disminución; también dificultades en el habla, la audición y el aprendizaje; dolores, etc.), inconvenientes en el sistema digestivo y alimentario (de succión en los más pequeños; para masticar y tragar en los mayores y, en general, para deglutir; vómitos y estreñimiento) y otros (como, por ejemplo, babeo, crecimiento enlentecido, respiración irregular e incontinencia urinaria).
Al menos hasta ahora, la PC es irreversible. Ello implica que su tratamiento se halla orientado a paliar la sintomatología y a bridarle al sujeto la mayor autonomía que su estado le permita, además de atender a la prevención de diversas complicaciones que puedan poner en riesgo su vida, en los casos más serios.

Las células madre
Los seres humanos estamos compuestos por aproximadamente 100 billones de células. A su vez, ellas reconocen alrededor de 200 tipos diferentes, según las diversas funciones que están llamadas a cumplir.
Todas ellas se originan en la primera, indiferenciada, producto de la unión del gameto femenino y del masculino, a partir del cual comienza la división y la especialización necesaria para producir un individuo completo.
No todas adquieren especificidad, sino que en ciertos órganos hay algunas que mantienen esa condición primigenia de no estar dedicadas. Según las necesidades del organismo, estas células, por influjo del medio circundante, se transforman en cardiacas, hepáticas, etc.
Tampoco son todas iguales, sino que la primera (huevo o zigota) solamente es totipotente, esto es, puede producir un ser completo. Las que son capaces de transformarse en cualquier otra, aunque no de generar íntegramente un organismo, se denominan pluripotentes. A su vez, aquellas denominadas multipotentes son capaces de reproducir cualquiera de las células propias de un determinado tejido y no otro, como las de la sangre, aunque es posible alterar esta potencia cambiando algunas condiciones para que repliquen las de otra clase. Las oligopotentes, cuyo caso más notorio son las neuronas, solo pueden reproducir un único tipo de tejido. Por último, las unipotentes únicamente producen células idénticas a sí mismas, tal el caso de los espermatozoides.
Estas células sin especializarse son las que se conocen como células madre. Desde hace algunos años, cuando se descubrió esta capacidad de las células indiferenciadas de transformarse en otras, según los requerimientos del organismo, se pensó que era posible que ellas reconstituyeran, total o parcialmente, tejidos dañados, sobre todo en aquellos casos en que el daño resulta irreparable por otros métodos.
Así, entre otros usos, se ha experimentado con diversas dolencias, señalándose éxitos parciales pero significativos en enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, en diabetes, en algunos tipos de leucemia, en la reconstrucción de órganos y tejidos, en algunas enfermedades autoinmunes, ciertas clases de cáncer, esclerosis múltiple, lesiones medulares, Autismo y hasta en Parálisis Cerebral, entre otras.


Células madre en PC: una polémica
Existen diversas instituciones en el mundo que promocionan este tratamiento, en EE.UU., Europa, América Latina, China, etc. Todas ellas son privadas y algunas pocas dependen de universidades, aunque estas últimas no con fines comerciales, sino experimentales.
Si bien ninguna de ellas se compromete a la cura, dan a entender que los resultados pueden ser extraordinarios, aunque, se aclara, no en todos los casos son idénticos. Sí recomiendan iniciar lo más tempranamente el tratamiento, puesto que ello augura mejores resultados.
El procedimiento de obtención, según lo especifica en su página una empresa china con sede en Hong Kong y sucursales en Tailandia y Europa, comienza con la extracción de células hematopoyéticas (del cordón umbilical de recién nacidos) proveniente de bebés nacidos a término. Tanto estos como sus madres deben gozar de una perfecta salud durante toda la gestación y hasta el momento del parto para que la sangre extraída pase a formar parte del banco de la empresa.
Luego de la extracción de entre 80 y 140 ml de sangre (lo que implica entre 100 y 300.000 células), que se colocan en un recipiente estéril con anticoagulante , se envía la muestra a un laboratorio municipal independiente, para que constate la pureza del contenido, esto es, que no existan en él desórdenes genéticos ni contaminaciones. Con el correspondiente certificado, vuelve a la empresa, donde se vuelve a controlar.
Tras ello, se realiza un lavado magnético, que quita todo el material inútil (entre otros, partículas y antígenos, que pueden ocasionar rechazo), dejando solamente las células deseadas.
El paso siguiente es la inclusión de las células en un medio apto para su proliferación, con nutrientes y otros factores para su crecimiento, proceso que dura de 7 a 10 días. Ante la más mínima muestra de contaminación, el cultivo se desecha íntegramente.
Obtenidas entre 7 a 10.000.000 de células de extremada pureza, están listas para la transfusión. Si no son utilizadas inmediatamente, se congelan para su conservación.
Afirman haber tratado, desde 2001 a la fecha, 2.000 personas (con distintas dolencias, no solamente con PC), con efectos secundarios mínimos y ningún caso de riesgo de muerte. De 1.500 casos con PC y algunas otras patologías, solamente 4, siempre según sus dichos, no han obtenido mejoría alguna, aunque advierten que tampoco han logrado la cura total, sino una mejora significativa en la calidad de vida de los pacientes.
Impresionan la metodología y la preocupación por la asepsia. Si bien no todos los que se abocan a la actividad son tan extremadamente rigurosos, muchos otros implementan estándares parecidos.
También es posible obtenerla de donantes emparentados y hasta del propio paciente, aunque, al menos hasta el presente, las mejores resultan ser las que se obtienen del cordón umbilical o las embrionarias, por su mayor potencia.
El trasplante, en sí, es similar a una transfusión de sangre, esto es, se introducen en el torrente sanguíneo las células para que lleguen al punto donde está el problema, en nuestro caso, el cerebro, para que sustituyan a las disfuncionales y así produzcan una mejora.
En general, se necesita más de una aplicación y transcurren varias semanas para que se complete el procedimiento, en las cuales usualmente es necesario que el paciente permanezca internado, para poder verificar el progreso y también para estar atento a los posibles efectos secundarios, aunque quienes practican esta disciplina aseveran que ello, comúnmente, no va más allá de algunas líneas de fiebre y malestares menores, fácilmente neutralizables.
Respecto de la eficacia, ninguno hace pronósticos, sino que la subordina al grado de compromiso y a las condiciones sanitarias del paciente, aunque, insistimos, lo que se da a entender es que los resultados del tratamiento son altamente beneficiosos.


Algunos de sus mentores advierten que el éxito que se obtenga puede ser solamente temporal, con mayor o menor duración, y que en algunas oportunidades resulta necesario que el tratamiento se reproduzca periódicamente.
También es frecuente que adviertan que los pacientes, aunque experimenten mejoras apreciables, deberán continuar la atención con los especialistas bajo cuya guía estaban antes de recibir las células madre, porque la labor conjunta de unos y otros redunda en una potenciación de los efectos benéficos de ambos procedimientos.
Por su parte, hay quienes descreen en las bondades de esta terapia, e incluso la reportan como perjudicial, en algunos casos. Incluso se ha llegado a clausurar algunos establecimientos que practicaban estos transplantes, que en algunos países no cuentan con aval de las autoridades sanitarias.
En general, no se la desestima, sino que, como lo advierte la Academia Nacional de Medicina de Costa Rica, “El uso de células madre adultas en reconstitución de tejidos en casos de enfermedades neurológicas (esclerosis múltiple, lesiones traumáticas de la médula espinal, autismo o parálisis cerebral infantil), lesiones isquémicas de corazón o Síndrome de Down entre otras, no ha completado la fase de investigación clínica y no tiene evidencia de que pueda utilizarse como terapia en los seres humanos”, por lo cual se alienta la participación de los pacientes en programas de investigación con consentimiento informado, pero no someterse a tratamientos en clínicas privadas, precisamente por la insuficiencia de evidencia científica que respalde esos procedimientos.
Otro aspecto que se critica es el referido al costo. En ese sentido, la obtención del material para el transplante tiene un precio elevado, mucho más cuando se requiere, en algunos casos, prolongados períodos de internación. Así, en Europa el promedio de una sola aplicación ronda entre los 5.000 y los 15.000 euros. De ahí en más, si se necesita una serie, habrá que multiplicar el valor inicial por el número de intervenciones, a lo que deberá adicionarse los gastos de internación, cuando ella sea imprescindible.
Se señala como una cuestión negativa lo que se conoce como “turismo de células madre” y las consecuencias que se derivan de él, no solamente en los aspectos económicos, sino que ha habido casos de sujetos inescrupulosos, como el caso de un médico inglés condenado en 2010 por inyectar células de vacas a sus pacientes, lo que no les produjo beneficio alguno, y otros en los que quienes se sometieron a esas prácticas en instituciones sin la debida preparación científica vieron seriamente dañada su salud.
También se critica el uso de las células embrionarias a estos fines. Ello, por cuanto se produce la fecundación artificial de un óvulo, comienza a desarrollarse el ser y cuando el embrión alcanza los 6 o 7 días de vida (estado de blastocisto), antes de implantarse en el útero, se extrae, con lo cual se interrumpe la vida incipiente. La ventaja de estas células para transplante es que son las más poderosas a los fines regenerativos.


Conclusiones
Quisiéramos poder cerrar esta nota en forma concluyente, es decir, por un sí o no al tratamiento con células madre respecto no solamente de la PC sino de todas las afecciones que sus defensores afirman mejorar.
Sin embargo, lo único posible es hacer sonar las dos campanas, para que cada uno, con la información de que dispone, pueda tomar el camino que mejor le parezca.
Existe infinidad de testimonios que aseguran que el tratamiento es eficaz, pero también los que ponen en duda que en la actualidad el tratamiento es una opción válida.
El tema económico es un ítem preocupante, pero más resultan las denuncias de mala praxis sobre sujetos o grupos de ellos inescrupulosos, que comercian con el deseo de las personas de ver aliviadas sus condiciones de vida y hasta de hallar una cura y prometen lo que no están en condiciones de cumplir.
Lo que nos parece más positivo es que existe una coincidencia bastante generalizada de que la implementación de las células madre como tratamiento a dolencias tan restrictivas como la PC tiene un potencial positivo.
Quizás, una vez más, es cuestión de esperar que se afinen los procedimientos, que se reconozca su utilidad y que, al estandarizarse como terapéutica y al ser aceptados por los sistemas de salud pública, bajen los costos y den seguridad de que, aunque sea en parte, no se defrauden las expectativas.

Ronaldo Pellegrini

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