viernes, 30 de agosto de 2013

Síndrome de Down, vejez prematura y estrés oxidativo




Una reciente investigación ofrece pistas que vuelven a vincular el deterioro cognitivo en personas con síndrome de Down con ciertos factores que contribuyen al envejecimiento prematuro. Es sabido que muchas de ellas llegan a encanecer, sufren arrugas e incluso desarrollan enfermedad de Alzheimer cerca de los 40 años de edad. Los investigadores aseguran que ahora tienen más pruebas de que la causa de este envejecimiento acelerado puede ser un alto nivel de lo que se conoce como estrés oxidativo en las neuronas. Esta hipótesis podría derivar en nuevos tratamientos para mejorar la calidad de vida.

Los tejidos biológicos requieren de oxígeno para satisfacer sus demandas energéticas. Sin embargo, el consumo de oxígeno también se traduce en la generación de radicales libres que pueden tener efectos perjudiciales sobre las células. El cerebro es particularmente vulnerable a los efectos de las especies reactivas de oxígeno debido a su alta demanda de oxígeno y a su abundancia de sustratos altamente peroxidizables. El estrés oxidativo es causado por la sobreproducción de especies reactivas de oxígeno o por la disfunción de los sistemas antioxidantes y ha sido detectado en una serie de enfermedades neurodegenerativas. La evidencia emergente “in vitro” y en modelos de enfermedad “in vivo” sugiere que éste puede jugar un papel preponderante en la patogénesis de distintas enfermedades. A pesar de esto, la promesa de antioxidantes como nuevas terapias para enfermedades neurodegenerativas no ha sido confirmada en estudios clínicos. 
El cuerpo humano se encarga de mantener un balance constante, preservando el equilibrio entre la producción de pro-oxidantes que se generan como resultado del metabolismo celular y los sistemas de defensa antioxidantes. La pérdida de este balance genera un exceso de formas activas de oxígeno que conduce al llamado estrés oxidativo, donde el ataque oxidativo supera las defensas antioxidantes. 
El desbalance entre pro-oxidantes y antioxidantes en las células es provocado a causa de una excesiva producción de especies reactivas de oxígeno llamadas EROs y/o por la deficiencia en los mecanismos antioxidantes. La concentración de EROs es meticulosamente controlada por acción de los antioxidantes, pero si un agente estresante induce un aumento en la producción de EROs, el equilibrio llega a romperse provocando daños en las estructuras celulares. Normalmente estos daños son reparados por mecanismos celulares específicos, mas si el organismo no lograra recuperar el equilibrio se corre el riesgo de sufrir disfunciones que pueden confluir en la muerte celular.
Numerosas investigaciones han demostrado una contundente influencia del estrés oxidativo en el desarrollo de enfermedades como el mal de Alzheimer, el Parkinson, la esclerosis lateral amiotrófica y diversos trastornos del sistema nervioso.
En uno de los más recientes estudios llevado a cabo por la Universidad de Wisconsin-Madison, los investigadores encontraron, a partir de un análisis sobre muestras de tejidos, que las conexiones entre las células del cerebro en las personas con Síndrome de Down presentaban una menor comunicación entre sí y también la presencia de más genes diseñados para responder al estrés oxidativo. Este hallazgo sugiere que estas células vienen lidiando a través de toda su vida con dicho estrés, que podría además contribuir a la muerte de las neuronas o aumentar la susceptibilidad a la enfermedad de Alzheimer.
La obesidad, el sedentarismo crónico y el estrés oxidativo vienen siendo foco de estudio desde hace tiempo, señalados como algunos de los principales factores responsables de la merma en la calidad de vida de este colectivo. 
Mientras las investigaciones avanzan y crece la esperanza de nuevos abordajes que puedan revertir y prevenir estos procesos de deterioro celular, es importante conocer acerca de la vejez prematura y desarrollar las estrategias adecuadas para brindar el mayor bienestar posible.

Daño oxidativo
Un equipo dirigido por Anita Bhattacharyya, neuróloga del Centro Waisman de la Universidad de Wisconsin-Madison, llevó adelante un estudio donde desarrolló neuronas a partir de células extraídas de la piel de dos personas con Síndrome de Down con la finalidad de echar luz sobre los procesos de deterioro cognitivo propios de la condición. Los resultados de la investigación, publicados en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias norteamericana, dieron a conocer una reducción en las conexiones entre las células cerebrales y las posibles fallas en los genes que protegen el cuerpo contra el envejecimiento.
A partir de un sofisticado procedimiento que implicó la reprogramación de células de la piel para transformarlas células cerebrales, los científicos pudieron recrear una manera de ver el desarrollo temprano del cerebro en el Síndrome de Down. Este estudio permitió dar con una importante reducción de las conexiones entre las neuronas: "Se comunican menos y son más tranquilas. Esto es un hallazgo nuevo, pero se ajusta con lo poco que sabemos sobre el cerebro en el Síndrome de Down”, expresó Bhattacharyya.
Las células del cerebro se comunican a través de conexiones conocidas como sinapsis. En este caso, las células del cerebro en los individuos con Síndrome de Down tenían sólo alrededor del 60% del número habitual de sinapsis y actividad sináptica. Para Bhattacharyya este panorama es suficiente para hacer una diferencia y puntualizó en que incluso si las conexiones se recuperan, se ha perdido un tiempo muy valioso durante el desarrollo temprano. 
Además de este hallazgo, los científicos encontraron que determinados genes en el cromosoma extra (el cromosoma 21) se incrementaron en gran medida, en particular genes que respondieron a los daños de los radicales libres y que pueden desempeñar un papel en el envejecimiento. Los radicales libres son moléculas que se producen cada día en nuestro organismo como resultado de las reacciones biológicas de las células. Estas moléculas son muy reactivas, necesarias para realizar determinadas funciones y mantener el estado de salud, pero también son capaces de dañar a otras moléculas y transformarlas a su vez en moléculas reactivas, una reacción en cadena que causa daño oxidativo en células y tejidos. Aunque aún no existen pruebas acabadas, este desajuste podría explicar por qué las personas con Síndrome de Down parecen envejecer rápidamente.
Mariana Angoa Pérez, Selva Rivas Arancibia, especialistas mexicanas y autoras del artículo “Estrés oxidativo y neurodegeneración: ¿causa o consecuencia?”, afirman que las neuronas son altamente sensibles al estrés oxidativo, el cual actúa a diferentes niveles activando una serie de vías relacionadas con daño oxidativo y apoptosis (proceso de muerte celular programada en el que la célula muere ante estímulos extra o intracelulares). “El grado de deterioro en las enfermedades neurodegenerativas está correlacionado con la degeneración y subsiguiente pérdida de poblaciones neuronales específicas. Esta pérdida de neuronas se correlaciona con lesiones patológicas que abarcan proteínas del citoesqueleto que son selectivamente vulnerables al estrés oxidativo, por lo que se tiende a especular que la química de los radicales libres juega un importante papel en estas condiciones neurodegenerativas. Sin embargo, aún no está determinado cómo los efectos del estrés oxidativo se manifiestan diferencialmente en poblaciones neuronales específicas afectadas por cada enfermedad”.
Si bien aún se desconoce acerca de los causantes de dicho estrés, se infiere la acción conjunta de factores ambientales, endógenos y de riesgo genético.
Otro de los enigmas en cuanto a la naturaleza de este desequilibrio es que no da síntomas específicos y su reconocimiento es muy difícil por medio de un análisis clínico rutinario. Las alteraciones clínicas que pueden aparecer con el exceso de radicales libres están todas relacionadas con el envejecimiento, trastornos inflamatorios, degenerativos, cardiovasculares y articulares, entre otros. Por eso se pide especial atención frente a indicadores como: dolor de cabeza, indigestión, estreñimiento, sarpullido, dolor articular y muscular; problemas en la asimilación de nutrientes e inflamación (las células afectadas alteran el sistema inmunológico que se haya sobrecargado y desencadena inflamación oculta fuera de control). 
En el caso de las personas con Síndrome de Down, por un lado se encontrarían expuestas a este trastorno desde una tendencia relacionada con los aspectos genéticos de la condición, y por otra parte, al ampliar su esperanza de vida, un gran porcentaje de esta población llega a la vejez sin suficientes estudios sobre el impacto de la misma frente al Síndrome. Por tales motivos es necesario crear las bases para que tanto la vejez prematura como la vejez típica tengan el menor impacto negativo posible sobre la calidad de vida del colectivo.

Vejez prematura y bienestar
El Dr. Denham Harman, biogerontologista, profesor emérito del Centro Médico de la Universidad de Nebraska y padre de la teoría de los radicales libres, definía el envejecimiento como la progresiva “acumulación de diversos cambios perjudiciales en las células y tejidos que con el avance de la edad aumentan el riesgo de enfermedad y muerte”. Esta definición ilustra dos aspectos ampliamente reconocidos e igualmente importantes del proceso de envejecer: 
-El envejecimiento se caracteriza por un deterioro progresivo de las funciones biológicas.
-El envejecimiento resulta en una disminución de la resistencia a múltiples formas de estrés, así como un aumento de susceptibilidad a numerosas enfermedades.
Ambos aspectos impactan dentro de un organismo a nivel genético, molecular, celular y de órganos. 
En el caso de las personas con Síndrome de Down, la expectativa de vida se ha incrementado notablemente, a comienzos de 1900 la esperanza de vida era de entre 9 a 11 años. Ahora está por encima de 50 y 60 años, no siendo pocos los casos que superan ampliamente esta brecha. Además de vivir más tiempo, los adultos con Síndrome de Down están viviendo vidas más plenas y ricas que en el pasado, son miembros valiosos no sólo para las familias, sino cada vez más incluidos en sus comunidades. Muchas de estas personas forman relaciones significativas y vínculos afectivos sólidos, llegando incluso a vivir en pareja y tener una cierta independencia respecto de sus familias. 
Al ampliarse la expectativa y la calidad de vida, los científicos y los cuidadores deben desarrollar nuevas evaluaciones y estrategias para abordar las problemáticas que afectan a aquellos que con Síndrome de Down llegan a la ancianidad, y este es un hecho relativamente nuevo. 
Por otra parte, el envejecimiento prematuro, como una característica propia del síndrome, aumenta los fantasmas de la demencia precoz, la pérdida de la memoria y deterioro cognitivo, además de toda una serie de deterioros físicos y orgánicos y el riesgo de enfermedades. Esto provoca que en hogares de padres ancianos, sus hijos con Síndrome de Down comiencen a experimentar sus mismas dolencias pero con 20 o 30 años menos. En este sentido, los familiares y cuidadores deben estar preparados para intervenir si la persona comienza a perder las habilidades necesarias para la vida independiente. 
Aunque todavía queda mucho por investigar, se cree que la presencia de material genético adicional hallado en la población con Síndrome de Down podría conducir a alteraciones en el sistema inmune y a una mayor susceptibilidad a ciertas enfermedades como el Alzheimer, la leucemia, convulsiones, cataratas, problemas respiratorios y cardíacos y conducir al envejecimiento prematuro. Es decir que los adultos con Síndrome de Down a menudo se encuentran con los primeros síntomas del Alzheimer alrededor de los 40 años de edad, mientras que en la población general no suelen evidenciarse hasta finales de los 60.
Las estimaciones sugieren que el 25% o más de las personas con Síndrome de Down mayores de 35 años presentan los signos y síntomas de tipo Alzheimer y la demencia, y este porcentaje aumenta con la edad. Se estima que la incidencia de la enfermedad de Alzheimer en este colectivo es de 3 a 5 veces mayor que la de la población general.
Por otra parte, esta condición reviste ciertos misterios que la ciencia aún no ha logrado develar. La mitad de los bebés con trisomía 21 nace con defectos cardíacos corregibles, y la mayoría de los adultos con Síndrome de Down tiene sobrepeso con niveles altos de colesterol. Sin embargo, a pesar de estos riesgos, prácticamente nunca llegan a desarrollar presión arterial alta, ataques al corazón o endurecimiento de las arterias (Lott) y los médicos todavía están tratando de averiguar por qué. Lo mismo sucede con el deterioro de la visión, es sabido que tienen un mayor riesgo de cataratas, pero rara vez desarrollan degeneración macular, causada por un crecimiento excesivo de los vasos sanguíneos de la retina (Ryeom). Los médicos sospechan que los mismos genes que restringen el crecimiento de vasos sanguíneos en los tumores, reduciendo notablemente el riesgo de contraer cáncer, también pueden prevenir el crecimiento anormal de vasos sanguíneos en los ojos.
En el campo de las enfermedades psiquiátricas propias de la vejez prematura, los adultos con Síndrome de Down pueden tener diferentes características, por lo tanto será necesaria una evaluación preventiva con profesionales especializados a medida que se acerque el periodo de riesgo. Los cuidadores y los especialistas deberán estar atentos a los cambios del estado de ánimo y la manera en que estos pacientes reaccionan ante cualquier cambio significativo en el entorno o la estructura social. Los efectos de estos cambios como la pérdida de un padre, la pérdida de un compañero de convivencia, la salida de un ser querido, un miembro del personal de cuidado, etc., no deben ser subestimados, ya que con el paso del tiempo  pueden experimentar grandes dificultades para hacer frente a estas mudanzas y derivar en trastornos patológicos.
En el caso de que se observase un cambio manifiesto en el estado de ánimo o el comportamiento que persiste o interfiere con la vida del día a día, los especialistas recomiendan buscar la atención de un profesional capacitado para evaluar la aparición de una dolencia psicológica. También se indica no pasar por alto otros problemas médicos o físicos que hayan surgido en el último tiempo y que puedan estar contribuyendo a estos cambios.
En tanto al mal de Alzheimer, los síntomas tempranos pueden identificarse a partir de: pérdida de la memoria a corto plazo (dificultad para recordar hechos recientes, aprender y recordar los nombres y preguntas repetidas o la misma historia contada varias veces); dificultad para aprender nueva información; cambios expresivos del lenguaje (dificultad para encontrar palabras, vocabulario más reducido, frases cortas, menos habla espontánea); cambios en el lenguaje receptivo (dificultades en la comprensión del lenguaje y las instrucciones verbales); empeoramiento en la capacidad de planificar y realizar tareas familiares; cambios de comportamiento y personalidad; desorientación espacial (aún en lugares conocidos), empeoramiento del control motor fino; disminución de la productividad en el trabajo o talleres de actividades; dificultad para realizar tareas complejas que requieren múltiples pasos (incluyendo las tareas domésticas y otras actividades diarias); estado de ánimo depresivo.
En relación a los síntomas con la enfermedad ya avanzada podrán observarse: disminución en la capacidad para realizar tareas cotidianas y las habilidades de autocuidado; empeoramiento de memoria a corto y largo plazo; aumento de la desorientación en tiempo y lugar; empeoramiento en la capacidad de expresar y comprender el lenguaje (el vocabulario se reduce aún más, se comunica a través de frases cortas o palabras sueltas); dificultad para reconocer personas y objetos familiares; falta de juicio y empeoro en la atención de la seguridad personal; fluctuaciones del estado de ánimo y el comportamiento (ansiedad, paranoia, alucinaciones, agitación, divague); cambios físicos relacionados con la progresión de la enfermedad incluyendo incontinencia urinaria y fecal, disfunción en la deglución y cambios en la movilidad (dificultad para caminar).
A nivel preventivo, los tres cuidados fundamentales apuntan a mantener una dieta saludable, realizar regularmente ejercicio físico moderado y llevar adelante controles de salud regulares. 
La dieta y el ejercicio regular pueden prevenir muchas enfermedades, los estudios han demostrado que las caminatas regulares pueden proteger a las personas mayores del deterioro cognitivo y prevenir la aparición de la demencia. 
Recientemente se ha publicado que la actividad física regular mejora las defensas antioxidantes en la población general. Pero, por el contrario, el ejercicio extenuante aumenta el daño oxidativo, de allí que se sugiera la realización de ejercicio moderado. 
Se aconseja además una alimentación rica en vitaminas C y E, ß-caroteno y coenzima Q, que son los más famosos antioxidantes, así como aceites vegetales de primera calidad, germen de trigo, frutas (especialmente las rojas), verduras (especialmente zanahoria, remolacha, brocoli y palta), legumbres, algas (espirulina), frutas secas y semillas. 
En caso de que el deterioro cognitivo o la demencia hayan comenzado a manifestare, además de los cuidados físicos pueden desarrollarse una serie de estrategias para mantener fuerte el lazo comunicativo. Aquí es donde entra en juego el refuerzo en la comunicación no verbal. A medida que la demencia progresa, las personas dependen más de señales ligadas a la emoción para interpretar la comunicación, como lo son el ajuste en el tono de voz, las expresiones faciales y el lenguaje corporal. Por este motivo es importante prestar atención a la comunicación no verbal y crear un ambiente que transmita una sensación de seguridad. Es importante sonreír y evitar los tonos de voz negativos, ya que el individuo puede sentirse amenazado o asustado y reaccionar negativamente. 
Es preferible además usar siempre un lenguaje positivo o neutral para redirigir la conversación. Por ejemplo, en lugar de decir "no vayas a tal lado", invitar con "vení conmigo, necesito tu ayuda en tal lugar". También será necesario desarrollar una escucha activa que permita conectar a nivel emocional para comprender qué es lo que la persona está realmente tratando de decir. 
En el caso de recurrir al lenguaje oral, se recomienda utilizar palabras y oraciones cortas y simples. Dar instrucciones de un solo paso y hacer una pregunta por vez, esperando pacientemente la respuesta. Asimismo conviene no realizar preguntas abiertas, y quizás proporcionar opciones o sugerencias. 
En todo caso siempre será beneficioso proporcionar confianza y en caso de rabietas y crisis utilizar técnicas de redirección o distracción hacia algo o alguna actividad placentera. 
Por último, será fundamental mantener la interacción social como una actividad que puede ayudar a mantener el bienestar físico y mental, ya que las actividades de ocio se basan en los intereses del individuo, maximizando la estimulación y proporcionando una oportunidad para el placer. 
Las personas con Síndrome de Down son muy sociables y aunque padezcan de dolencias como la enfermedad de Alzheimer, siempre se sentirán a gusto llevando a cabo aquellas actividades sociales que no los frustren.
Aún queda mucho por conocer sobre los procesos que generan la aparición del envejecimiento prematuro y el deterioro cognitivo, pero mientras avanzan los estudios y crece la esperanza de desarrollar tratamientos preventivos y paliativos, al accionar en conjunto y planificar acciones con un equipo interdisciplinario de profesionales, las familias y los cuidadores pueden fomentar estilos de vida activos para este colectivo, donde se les provea de un adecuado bienestar y una digna vejez.

Luis Eduardo Martínez

1 comentario:

  1. Ya existe un suplemento que desata enzimas antioxidantes de gran alcance para proteger a las células
    La fórmula específica activa la proteína Nrf2, también conocida como una “maestra reguladora” de la respuesta
    del cuerpo al estrés. Además estimula esta proteína, lo que resulta que el cuerpo produzca sus propias enzimas antioxidantes potentes, de protección: superóxido dismutasa, Hemo-oxigenasa, glutatión peroxidasa y catalasa.

    Estas enzimas funcionan como potentes antioxidantes capaces de neutralizar más de un millón de radicales libres o especies reactivas de oxígeno. Es la sinergia de los ingredientes en la fórmula que son eficaces en la activación de la vía Nrf2. Hay otros beneficios de la activación de Nrf2 más allá de la protección celular. Ayuda al cuerpo a reparar y rejuvenecer sus propias células y desintoxicar genes, manteniendo el plan maestro de la función de la célula intacta.

    Activar el Nrf2 es lo único comprobado en un estudio clínico para reducir el estrés celular en un promedio del 40% en 30 días. Se ha demostrado que aumenta los niveles de superóxido dismutasa en un 30%, el glutatión en un 300%, y catalasa en un 54%. Cuando los individuos se complementaron durante 30 días, el aumento dependiente de la edad en la peroxidación lipídica fue completamente eliminado. La peroxidación lipídica en un sujeto mayor se redujo al nivel de uno de 20 años de edad. Esto significa que el cuerpo no sólo es capaz de hacer sus propias enzimas antioxidantes, sino también que su producción puede ser activada para reducir el estrés celular y ayudar a proteger contra el proceso de envejecimiento y varias condiciones en las que el estrés celular se ha informado es un factor contribuyente.


    Si desea copia de los estudios científicos o quiere más información, se los puedo enviar.

    Oscar Sánchez
    oskyleader5@gmail.com
    http://osm.us-es.lifevantage.com/

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