Probablemente el síndrome de Down sea la condición genética
más estudiada en la historia de la Medicina. Constantemente aparecen nuevos estudios
que dan cuenta de logros muy promisorios e incluso algunos que aventuran la
posibilidad de una cura en un plazo relativamente breve, apoyados en nuevos
descubrimientos y avances científicos. ¿Qué hay de cierto en estas promesas?
Palabras previas
Prácticamente todas las semanas aparece algún artículo en
los portales médicos más importantes (además de los que ven la luz en las
publicaciones de divulgación serias y en otras de más dudosa reputación) que da
cuenta de alguna investigación que promete excelentes resultados para tratar y
revertir tal o cual enfermedad o síndrome.
A su vez, los progresos en el conocimiento sobre las
Ciencias Médicas y sus auxiliares nos hablan de descubrimientos genéticos, de
células madres, de nanobots, de ingeniería molecular y de muchos otros que, al
menos en teoría, podrían llevar la cura ante situaciones hasta el momento
irreversibles.
Los trabajos con animales de laboratorio muestran resultados
asombrosos en la intervención sobre diversas patologías y se promete la
iniciación de la investigación con humanos, que se espera que obtenga efectos
similares, haciendo desaparecer los efectos de aquello que perturba y llevando
a los pacientes a la “normalidad”.
Pero, sin embargo, esto último ocurre muy raramente. Es
decir, los trabajos de investigación logran importantes avances en cuanto a
descubrir cómo se produce tal o cual disrupción genética o se contrae cierta
enfermedad y buen número de ellos consigue mejores medicamentos, más seguros y
con menos efectos secundarios o procedimientos terapéuticos que mejoran el
estado de los sujetos implicados, atenuando o haciendo desaparecer ciertos síntomas
o consecuencias, pero las reversiones dramáticas son rarísimas.
El Síndrome de Down, que se conoce desde hace algo más de un
siglo y medio y el descubrimiento de su causa genética que va a cumplir seis
décadas, es una de aquellas condiciones que periódicamente produce noticias
respecto de curas parciales o totales.
Ello lleva a preguntarnos: entonces, ¿es posible curar la
trisomía 21 en la actualidad total o al menos parcialmente? Veamos.
Primera cuestión: ¿es necesario “curar”?
Más allá de la evidencia científica, existen padres e
incluso algunos profesionales que niegan que el SD sea una anomalía genética,
sino que, según ellos, se trataría simplemente de una parte natural de las
variaciones humanas.
Es por ello que, más allá de tratar aquellos síntomas
tratables (algunos de ellos, como los defectos cardíacos, en forma imperativa,
por los riesgos que implican), no ven razón alguna para intentar revertir
totalmente el cuadro. Proceder así sería un intento eugenésico, esto es, algo
similar al intento de “mejorar la raza”, deshaciéndose de los distintos,
postulado que ha causado genocidios a lo largo de la historia y que, en el caso
del Síndrome, provoca no pocos abortos, lo que ha llevado, en países como
España, en que se suelen practicar estudios genéticos predictivos, a la
disminución de casos respecto de la población general.
Otro grupo explica que se opondría a un tratamiento que
revirtiera la totalidad de los síntomas porque ello implicaría cambiar la
personalidad de estas personas que ellos aman tal cual son.
Obviamente, se trata de una posición minoritaria y, llegado
el caso, debiera ser la propia persona interesada, de acuerdo con su grado de
autonomía y con las ayudas necesarias, quien decida el camino a seguir.
Segunda cuestión: la reversión parcial (retraso mental y
problemas cognitivos)
Desde la década del 30 del siglo pasado se intenta atacar
uno de los síntomas principales, como lo es el retraso mental y los
concomitantes problemas cognitivos, dado que en los casos más severos tiene
como derivación un bajo autovalimiento de la persona, con las consecuencias
actuales y a futuro que ello conlleva.
En los últimos años se han producido numerosos trabajos que
postularon una disminución importante de estos síntomas, algunos de los cuales
pasaremos a reseñar brevemente.
Hacia setiembre de 2013 apareció en la revista Molecular
Nutrition & Food Research un trabajo de científicos españoles que da cuenta
de que la sobreexpresión de un gen conocido como DYRK1A produce alteraciones
neuronales en la conectividad, en el sistema de comunicación en las espinas
dendríticas y la sinapsis, lo que produce déficit intelectual.
A su vez, un fármaco denominado epigalocatequina galato, que
se extrae del té verde, actuaría como un inhibidor de los efectos del gen de
referencia. Aplicado en ratones a los que se les produjo el SD, estos mejoraron
notablemente su capacidad intelectual y lo mismo ocurrió con un número acotado
de voluntarios humanos, por lo que se comenzó el reclutamiento de un número
mayor para realizar un estudio en escala importante, en busca de confirmar su
utilidad.
Otra droga, el formoterol, broncodilatador que
corrientemente se utiliza para el asma y otras dolencias respiratorias, ha
brindado buenos resultados en el tratamiento de ratones con SD inducido, mejorando
las capacidades de aprendizaje y de memoria. La investigación estuvo a cargo de
Ahmad Salehi como investigador principal en el Centro de Investigación sobre el
Síndrome de Down de la Universidad de Stanford.
Más allá de que la experiencia fue altamente positiva, los
investigadores se hallan buscando la forma de que esta sustancia pueda ser
suministrada a humanos, dado que si bien resulta inocua en las dosis inoculadas
a los animales, la cantidad necesaria para su utilización con personas podría
producir problemas respiratorios serios por sus propiedades. De todas maneras,
si logra resolverse ese serio inconveniente, aparece como un elemento muy
promisorio para resolver los problemas intelectuales.
Uno de los escasos trabajos que intentan la prevención en
lugar de la cura lo llevaron a cabo científicos pertenecientes al Eunice
Kennedy Shriver National Institute of Child Health and Human Development,
dependiente de los Institutos Nacionales de Salud de los EE.UU.
Utilizando ratones con trisomía 16 (equivalente a la 21 en
humanos), se les inoculó péptidos neuroprotectivos antes de nacer. Estas
sustancias, que reciben el nombre de NAP y SAL, son proteínas de suma
importancia para el desarrollo del cerebro, dado que mejoran la capacidad de
las células cerebrales para recibir y transmitir señales. Los tratados así
mostraron similar habilidad de aprendizaje que los ratones testigo sin trisomía
y una mucho mayor capacidad que aquellos trisómicos sin tratamiento.
Teniendo en cuenta que el estudio de la neuroquímica del
cerebro de las personas con SD ha sufrido una rápida evolución en los últimos
años, explica Michael Harpold, investigador principal en la Down Syndrome
Research and Treatment Foundation, se ha logrado establecer que el cerebelo en
las personas con SD es un 40% más pequeño que lo normal, que, entre otras
funciones, tiene un rol importante en el aprendizaje.
Tomando animales con la condición, el investigador y sus
colegas inyectaron una sustancia que hizo crecer el cerebelo hasta proporciones
consideradas normales, como forma de estudiar el proceso que lleva a las
anomalías en el cerebro de los Down. Para su sorpresa, tres meses después, los
ratones con SD realizaron pruebas con la misma capacidad que aquellos que no
habían sido modificados.
Los investigadores se hallan en el proceso de repetir la
experiencia para tratar de descifrar qué otros efectos produce la droga usada y
que produjeron tan notables efectos, para, una vez dilucidado ello, diseñar un
estudio con seres humanos.
La revista Neuron publicó en marzo de 2016 un interesante
trabajo realizado en colaboración por diversos investigadores de varias
instituciones universitarias y de salud de los EE.UU. en los que se buscó
documentar la expresión de los genes involucrados en las personas con y sin SD
a lo largo del tiempo, para lo cual se documentó ello tomando desde datos de
sujetos en gestación hasta personas mayores.
La comparación de los datos obtenidos estableció que el
cerebro de aquellos que portaban el síndrome va cambiando con la edad,
fundamentalmente la materia blanca, vital para la comunicación cerebral y que
desde un principio tiene diferencias respecto de la población típica. También
se constató que en esta diferenciación intervienen algo más de 1.300 genes
mutados, la mayoría de los cuales se halla fuera del cromosoma 21 y que ello
produce una mielinización deficiente de las fibras nerviosas, posible
productora de deficiencia mental al dificultar la comunicación entre las
células nerviosas.
Los investigadores explican que la buena noticia es que ya
existen en el mercado drogas que regeneran los procesos de mielinización, que
se utilizan para tratar otras condiciones, como por ejemplo la Esclerosis
Múltiple y que esos tratamientos ya existentes podrían aplicarse a aquellos con
SD.
Tercera cuestión: ¿hacia la reversión total?
Aunque mucho menos numerosos, también existen trabajos de
investigación que prometen, en un futuro no muy lejano, hacer desaparecer la
condición en sí misma, dado que se han logrado cambios importantes en la
constitución genética de personas portadoras.
Un grupo de investigadores pertenecientes a la Universidad
de Massachusetts liderado por la Dra. Jeanne Lawrence ha logrado “editar” el
genoma de células con SD.
El procedimiento consiste en cortar y pegar en el ADN. En
este caso, utilizando el gen XIST, han logrado desactivar la tercera copia del
cromosoma 21 en ratones, al menos parcialmente.
Este gen es vital en el desarrollo humano y se halla ubicado
en el X, siendo el responsable, al activarse, de silenciar el segundo cromosoma
X en las mujeres. Este equipo ha establecido que esa propiedad de dicho gen de
“apagar” genes funciona en otras regiones haciéndole las modificaciones
pertinentes e insertándolo en la tercera copia del 21.
Lawrence explica que la técnica desarrollada por ella y su
equipo resulta altamente promisoria, pero que no deben esperarse resultados
clínicos antes de al menos 10 años, dado que es necesario continuar
perfeccionando el procedimiento antes de que este pueda ser utilizado en
humanos, por los riesgos que conlleva, y si ello es posible. A su vez, cree
que, una vez confirmado y refinado, este proceso podrá revertir las trisomías
propias del SD, del de Edwards y del de Patau.
Por otro lado, el 31 de agosto de 2015 apareció un
interesante artículo en el portal DNA Research que da cuenta de una experiencia
similar a la anterior, aunque con otras características, llevada a cabo por la
empresa biotecnológica Elixirgen con sede en Boston, EE.UU.
Utilizando la técnica de edición del ADN, se introdujo en
ratones con trisomía completa (tanto la 21 como la 18) un gen denominado ZSCAN
4, que es un codificador de proteína, lo que produjo que en algunas células
desapareciera el cromosoma extra. Es sabido que tanto en el Síndrome de Down
como en el de Edwards existe el mosaicismo, esto es, la alternancia entre
células trisómicas y otras que no lo son. Lo que este experimento hizo fue
provocar un mosaicismo allí donde existía una mutación completa, lo que, según
los investigadores, abre las puertas para que en posteriores trabajos se pueda
perfeccionar el procedimiento, ello conlleva la posibilidad de hacer
desaparecer buena parte (¿o todas?) de las consecuencias que las trisomías
aportan a las personas. Es sabido que, aunque no puedan revertirse totalmente
los síndromes mencionados, los síntomas de la forma mosaica de los mismos
suelen ser más atenuados que aquella que afecta la totalidad de las células.
Este gen se obtiene de embriones de mamíferos en etapas
tempranas y también ocasionalmente en células madre.
Pero el anuncio más extremo proviene de Nueva Delhi, en
India, donde una clínica denominada Nutech Mediworld anuncia poco menos que es
capaz de revertir los síntomas del Síndrome de Down. De hecho, afirman que
están tratando exitosamente a 14 personas afectadas con el síndrome mediante
una novedosa técnica basada en la utilización de células madre.
Pese a algunos artículos desacreditando tal posibilidad, por
los riesgos de efectos secundarios que los tratamientos masivos con estas
células puede acarrear, se tiene noticia de que hace algo más de diez años el
director médico de la clínica, el Dr. Geeta Schroff, patentó el procedimiento.
También el propio Schroff publicó en el portal canadiense
Journal of Medical Cases en 2016 un artículo titulado “Human Embryonic Stem
Cells in the Treatment of Patients With Down Syndrome: A Case Report” (“Células
madre embriónicas humanas en el tratamiento de pacientes con Síndrome de Down:
un estudio de caso”), en el que asegura que tras la aplicación de su
tratamiento, un bebé mejoró muchas de sus habilidades, incluidos el tono
muscular, la comprensión del habla y la capacidad de reconocer a sus
familiares.
A su vez, Jyoti Titus, gerente de la clínica, asegura que un
niño de 3 años que participó de las pruebas también experimentó muchas mejoras,
logrando alcanzar las habilidades correspondientes a su edad a término e
incluso sus rasgos faciales cambiaron.
El procedimiento que siguieron fue inyectar células
desarrolladas a partir de un embrión donado en la sangre, en los músculos de la
espalda y debajo de la piel en distintos sectores del cuerpo, además de
aplicarlas como spray nasal.
Observaciones finales
Ante la pregunta de si es posible curar el Síndrome de Down
la respuesta, al día de hoy, parece inclinarse por un no rotundo.
Ello es así porque, aunque existen muchos trabajos de
investigadores serios (y no tanto) que afirman haber logrado importantes
avances en el tratamiento de animales de laboratorio y que es posible que
produzcan un efecto similar en seres humanos, la práctica no siempre sigue a la
teoría. Esto es, lo que teóricamente es posible, su aplicación al caso concreto
no siempre resulta viable.
Ello es así porque, por un lado, si bien estos ratones y
otros seres vivos tienen alguna similitud con los seres humanos, existen
diferencias que, en algunos casos, son insalvables, sea porque aquello que los
animales toleran no lo hacen los organismos de las personas, por la mayor
complejidad de nuestro cuerpo y porque se dable asumir riesgos en otros seres
vivos que la ética desaconseja aplicar en los humanos, entre muchos otros
motivos.
Por otro, los síndromes genéticos, pese a la multitud de
estudios que se dedican a ellos, continúan siendo, en buena medida,
incomprensibles.
Es cierto que la ciencia avanza y que con la secuenciación
del genoma humano se creyó que la Genética iba a dejar caer sus velos. Y lo
hizo, pero solamente para revelar que había más y nuevos elementos a
considerar.
El cuerpo humano es una complicada pieza con incontables
interacciones y relaciones.
Es posible que en el futuro el SD y muchas otras condiciones
puedan curarse. Por el momento, la estimulación, el afecto y los cuidados y
tratamientos probados parecen ser la mejor vía para que estas personas desarrollen
una vida más plena. Y seguramente algunos de los estudios promisorios aportarán
nuevas herramientas para intervenir más eficazmente sobre los síntomas. Lo que
no se sabe es cuándo.
Ronaldo Pellegrini
ronaldopelle@yahoo.com.ar
Fuentes de consulta:
–
http://www.elespanol.com/ciencia/salud/20160122/96490405_0.html
–
http://rpp.pe/ciencia/mas-ciencia/las-celulas-madre-ofrecen-un-tratamiento-para-el-sindrome-de-down-noticia-1027999
– http://dsresearch.stanford.edu/community/
– https://www.nichd.nih.gov/health/topics/down/researchinfo/Pages/activities.aspx
–
https://www.scientificamerican.com/article/new-drugs-may-transform-downs-syndrome/
–
https://www.disabilityscoop.com/2016/02/26/study-clues-down-syndrome/21968/
– http://www.prnewswire.com/news-releases/new-down-syndrome-therapy-discovered-300135102.html
– http://www.ndss.org/Resources/Research/
–
http://www.dailymail.co.uk/health/article-2412118/A-cure-Downs-syndrome-Scientists-discover-compound-reverses-learning-difficulties-caused-condition.html
– https://www.theguardian.com/science/2013/jul/17/downs-syn
drome-cells-fixed-chromosome-therapy
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