sábado, 6 de mayo de 2017

Biblioteca Argentina de Rosario: Un servicio que facilita la lectura a personas con discapacidad visual



Funciona desde hace 23 años en la Biblioteca Argentina de Rosario. Produce audiolibros, textos en Braille y en otros formatos

Gracias por la dedicación y el tiempo destinado a esta actividad tan valiosa"; "gracias por permitirnos mirar con otros ojos y leer lo que otros han imaginado o pensado"; "gracias por la sonrisa y las ganas que le ponen a todo lo que hacen, no se imaginan todo lo que aprendimos". Son algunos de los mensajes de gratitud y afecto que recibe el Servicio de Lectura Accesible cada vez que un estudiante ciego logra avanzar en su carrera universitaria, un adulto mayor reencontrarse con los libros o una mamá conseguir aquellos materiales didácticos para que su hijo descubra el mundo a través del tacto. Un espacio donde la solidaridad y el voluntariado se encuentran todos los días.
   El Servicio de Lectura Accesible para Personas con Discapacidad Visual funciona en la Biblioteca Argentina Dr. Juan Alvarez, ofrece libros en audio, en Braille, electrónicos y magnificados para personas ciegas o con baja visión; también textos en otros formatos accesibles para universitarios, servicio de impresiones en sistema braille y préstamo de computadoras con softwares lectores dentro de la biblioteca. Este espacio para personas con dificultades visuales, que hace posible estudiar y disfrutar de la literatura, fue creado hace 23 años en la Biblioteca Argentina (depende de la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario). También funciona otro servicio de similares características en la Biblioteca José Manuel Estrada.
   Gustavo Carranza, Lorena Herrera y Teresa Montero están a cargo del Servicio de Lectura Accesible (SLA), son personas ciegas y conocen las necesidades de los usuarios y los recursos tecnológicos disponibles. Sin embargo destacan la importancia de contar en la sala con una persona vidente que pueda seleccionar los textos y haga el trabajo que ellos no pueden. La tarea se completa con el grupo de voluntarios, que colaboran y facilitan el acceso a los libros y textos procesados en distintos formatos (electrónicos, de audio, braille).
Acceso autónomo
Reunidos con La Capital, voluntarios y responsables del servicio explican qué materiales y libros ofrece este espacio, además de expresar cómo esta tarea los llena de satisfacción. Entre los voluntarios que se suman a la charla están Gabriela Romero, Andrea Marchiol, Claudio Martignoni, Susana Garrido y Elen Guelman. También cuentan su experiencia: Franco Caruso, Pascual Tenaglia, Delinda Romano y Horacio Cariello, usuarios del servicio. "No se trata sólo de ofrecer libros y textos a los usuarios con discapacidad sino también de una compañía y contención para quienes están atravesando un proceso de salud, de soledad, o de tiempo libre", señala Teresa Montero, integrante del Servicio.
   "El objetivo es promover el acceso autónomo a la comunicación y a la cultura, para desarrollar plenamente el potencial humano, el sentido de la dignidad y la autoestima, y de este modo reafirmar el respeto por los derechos humanos, las libertades fundamentales y la diversidad". Con este principio, el Servicio de Lectura Accesible se consolidó a lo largo de estos años, y hoy dispone de una biblioteca electrónica y otra en audio. Los usuarios del servicio son personas con discapacidad visual total (ceguera), visión reducida, baja visión, con otras discapacidades permanentes o transitorias tales como la imposibilidad de manipular o de leer de manera autónoma y continua un texto impreso en tinta. "La ceguera suele ser un tema tabú, algunos especialistas desconocen dónde podemos asistir y no están al tanto de qué ONG, centro de rehabilitación o biblioteca con un servicio como este puede ayudarnos", sostiene Teresita. Todos tienen un familiar con baja visión, generalmente un adulto mayor con dificultad para leer o manejarse en la vida, "muchas veces no conocemos al usuario, porque es el hermano, nieto o hijo quien se contacta con nosotros, retiran el audio libro porque ya no pueden movilizarse solos", continúa.
Lectores de pantalla
Una persona ciega accede a la computadora a través de programas lectores de pantalla, que por medio de una voz sintética reproducida por los parlantes de la PC, transmiten la información que aparece en pantalla. Cualquier texto digitalizado en la computadora (diarios digitales, documentos de Word, planillas de Excel, páginas webs accesibles), puede ser leído y editado por una persona con discapacidad visual, algo que hasta hace pocos años era imposible de imaginar."
   "Cuando un texto no figura todavía en el archivo de la biblioteca se debe realizar un proceso de escaneado y corrección de libros. Este trabajo implica controlar palabra por palabra. Y en caso de haber gráficos, cuadros y tablas se realiza una adaptación a formato de texto; cuando se trata de libros completos o de cuadernillos de estudio lleva muchos días o semanas", explican desde el Servicio. De esta actividad se ocupan los voluntarios y las voluntarias, además de la lectura individual en vivo cuando algún usuario lo solicita.
   En otros momentos se dictaron talleres de informática y de capacitación en el uso de nuevas tecnologías para las personas con discapacidad visual, talleres de lectoescritura Braille, cursos de edición de audio, talleres literarios, que aportan nuevas herramientas a la hora de enfrentar una búsqueda laboral. El Servicio de la Biblioteca Argentina dispone de una cabina de grabación con equipamiento de alta calidad donde alguna vez se grabaron libros leídos (audiolibros), y que ahora no funciona por falta de personal especializado. También se producen materiales didácticos para niños y adolescentes en edad escolar, hechos en relieve y con diferentes técnicas que permiten a través del tacto el acceso al conocimiento. "Las escuelas carecen de mapas, por ejemplo, para enseñar a los chicos ciegos, también podrían contar con otros recursos que facilitarían el aprendizaje", afirman Gustavo Carranza y Teresita Montero.
   "Todas estas actividades son posibles por supuesto cuando se cuenta con un gran equipo, con capacitación técnica adecuada, pero principalmente con calidad humana", y en esto coinciden usuarios, voluntarios y trabajadores del servicio. "Muchas personas cuando se acercan por primera vez, admiten que no conocían este espacio, lo que se genera acá se multiplica", dice Gustavo, el primer operador del servicio, integrante de la comisión directiva de Mucar cuando presentó el proyecto para crear el Servicio de Lectura para Ciegos.
Usuarios agradecidos
"Gracias a los voluntarios hoy puedo escuchar libros, buscar algún CD y que los sábados y domingos sean más entretenidos. Hay que ocupar la mente y pensar en esto que uno lee, así el tiempo pasa más rápido", dice Delinda Argentina, quien es usuaria de este espacio y disfruta principalmente de las novelas y de autores como Galeano, Coelho o Bonelli, y se percibe su emoción al contar su experiencia. Tiene masculopatía avanzada en un ojo y en el otro ya no ve. Comparte que entre las dificultades más frecuentes se presenta la imposibilidad de leer el importe cada vez que llega una factura de algún servicio o impuesto, entonces sale a la calle y le pide a alguien que se lo lea y luego trata de memorizar el número.
   Horacio es otro de los usuarios. Fue también voluntario pero debido a la baja visión progresiva (cataratas bipolares y masculopatía), hoy ya no puede colaborar. Asiste a la Escuela Braille para aprender a usar la computadora con voz sintética y manejar el bastón. Es escritor, artista plástico y abogado, durante varios años también se desempeñó como voluntario de lectura de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad. En el espacio de la Biblioteca Argentina colaboró en el taller de materiales didácticos, y grabó un libro en la cabina: el único que se logró editar hasta ahora en el servicio gracias a su aporte económico.
   Para Franco que cursa tercer año de Filosofía en la Facultad de Humanidades y Artes (UNR), y que conoció el servicio a través de su hermano mayor Hernán, también ciego, significó la posibilidad de acceder a los textos. Expresa su gratitud a todos los que conforman este gran equipo. El joven reconoce que utiliza muy poco el braille, se alfabetizó en una escuela común y su mamá siempre lo ayudó con las grabaciones para estudiar. Hasta los 13 años podía leer, luego fue perdiendo la visión progresivamente a causa de una retinopatía congénita, conoció el audiolibro y aprendió a usar la computadora. "Existen muchos estudiantes ciegos o con baja visión, que tienen ganas de estudiar una carrera pero no saben que alguien puede ayudarlos a alcanzar esta meta".
   En otra etapa de la vida está Pascual de setenta años, y que hace treinta que perdió la vista por una retinopatía pigmentaria. "Aquí encontré una ayuda valiosa: con la solidaridad de las voluntarias recuperé la posibilidad de tener acceso a la lectura, que me permite disfrutar del conocimiento y sentirme útil. Los voluntarios no son conscientes de la magnitud que su ayuda representa". Pascual destaca la dedicación de Alicia y Martha, las dos mujeres que semanalmente leen libros para él: "Me gusta grabar las lecturas, así en mi casa puedo escucharlas las veces que quiera". Pascual valora la solidaridad y predisposición de las personas, y enfatiza en la necesidad de que el Estado se ocupe de facilitar la lectura y aprendizaje de chicos ciegos o con baja visión, sea en la primaria, la secundaria o en la universidad.
El trabajo de los voluntarios
"Los voluntarios que se acercan y colaboran en una actividad tan específica como esta lo hacen porque alguna vez transitaron la biblioteca, estuvieron vinculados con la docencia y la discapacidad, o tienen algún interés afín. Cada uno siempre aporta algo desde su lugar. Tenemos que conocer a la persona ciega o con baja visión tanto como al voluntario. Son tantas las necesidades que siempre encontramos una tarea para quienes se ofrecen a colaborar", afirma Teresita.
   Claudio se incorporó como voluntario hace un año. "Golpeé un día la puerta y no me fui más; de a poco comencé a interiorizarme de lo cotidiano de la ceguera. No se trata sólo de venir y buscar un audiolibro o texto en braille, hay un trabajo de contención", destaca. Entre sus tareas acompaña a un estudiante ciego en su proceso de ingreso a la universidad, también ayuda a Franco en el cursado de la materia lógica, y la adaptación de los programas. "Estamos diseñando una estrategia ya que son muchos ejercicios y símbolos, similares a matemática, entonces nos reunimos con su profesora e hicimos un glosario con el símbolo gráfico, su nombre y abreviatura", explica Claudio, quien colabora especialmente con la informática.
   La mayoría de los voluntarios y las voluntarias se acercaron a través de una convocatoria publicada en este diario. Es el caso de Elen. "Tengo un cariño muy especial por la biblioteca porque en mi infancia vivía muy cerca y me gustaba venir a jugar y leer. Enseguida me interesó conectarme con un mundo que no conocía, me hizo sentir bien y no mirar tanto el ombligo", asume la voluntaria, que hizo lectura en vivo, grabación en cabina, manualidades, y corrección de textos.
   Susana tiene 72 años y hace cuatro que es voluntaria. Sus compañeras aseguran que maneja muy bien la computadora, que siempre está atenta al correo electrónico y corrige los textos rápidamente. "Que a mi edad pueda hacer esto, me reconforta", señala la docente jubilada. Andrea, otra de las voluntarias se suma a la charla, y opina que el servicio debe responder a las necesidades actuales, y contar con mayores recursos para potenciar y multiplicar este trabajo: "Muchas personas no conocen este servicio que presta la biblioteca. Yo no supe que existía hasta que me presenté para colaborar. Me gusta mucho leer, comprometerme con esta tarea que ayuda a que otros puedan disfrutar de la lectura".
   "Las personas que son voluntarias algo tienen, algo traen y por eso se acercan a trabajar", agrega Gustavo, inspirado quizás en Gabriela, otra de las voluntarias que se ofreció a trabajar porque necesitaba conectarse y conocer mejor el día a día de las personas que como su hermana tienen alguna discapacidad visual. "Ya traía cierto conocimiento para tratar a una persona con discapacidad visual, pero hay mucho por aprender", dice quien hace dos años que colabora y durante un tiempo se convirtió en los ojos de la oficina del servicio. Preparaba los textos para ser corregidos por los otros voluntarios o realizaba una búsqueda de material para algún estudiante o usuario. "Hay mucho trabajo en papel que traen los estudiantes y si no hay una persona que vea para desarmar los libros y poder escanearlos, no hay manera de hacerlo. Es tan simple como básico", observa.
El origen del servicio
El Servicio de Lectura para Ciegos de la Biblioteca Argentina "Dr. Juan Alvarez (nombre original) fue creado el 3 de octubre de 1994, de acuerdo a políticas públicas tendientes a promover la igualdad de oportunidades y la plena participación de las personas con discapacidad en la ciudad. El espacio fue impulsado por la asociación civil Mucar, Movimiento de Unidad de Ciegos y Amblíopes de Rosario, cambia su nombre en 2005 por "Servicio de Lectura Accesible para Personas con Discapacidad", debido a que no sólo son usuarios o lectores las personas ciegas, sino también personas con baja visión, adultos mayores con déficit de atención en la lectura visual. En reconocimiento a su labor por la inclusión social, el Concejo Municipal declaró al Mucar como Institución Distinguida de la ciudad.
   Los servicios de producción de textos accesibles están fundamentados en el derecho de las personas con discapacidad de "tener acceso a la educación superior, la formación profesional, la educación para adultos y el aprendizaje durante toda la vida sin discriminación y en igualdad de condiciones con las demás", tal como lo establece la Convención Internacional sobre los derechos de las personas con discapacidad. El SLA realiza servicios de accesibilidad a la información como la impresión en braille para rótulos de paneles, carteles y señalización, de acuerdo a la ordenanza Nº 8216/06 que establece la obligatoriedad de ofrecer cartas y menúes con tipografía braille y escritura macrotipo.
   Informes al correo bib-accesible@rosario.gov.ar, www.rosario.gov.ar/biblioargentina. Presidente Roca 731, al 4802538/9.tos.

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